qué») o episteme como la forma superíor de conocimiento, centrada en la explicación teórica o deducción a partir de primeros príncípíos.' Para Platón (Gorgias) al igual que para Aristóteles (Metaftsica y Ética a Nicómaco) las technai tenían que ver con logoi, es decir, con la verdad de enunciados. Según esta interpretación epistemológica, las technai correspondían a un conocimiento verdadero pero contingente, o sea, doxa que nunca podía alcanzar la categoría de conocimiento teórico, necesariamente verdadero e inmutable, representado por la episteme o ciencia. Los diversos tipos de técnicas se distinguían conforme a una gradación epistemológica según estuvieran más relacionadas con objetos simbólicos (de orden superior) corno la aritmética, o con la producción de objetos materiales (de orden inferior) corno la escultura.
La crítica de Mumford en su artículo "Tecnics and the nature of man" es profunda y plantea una sugestiva interpretación de la naturaleza del hombre y su evolución. Para éste, estamos en una etapa en la que se ha pasado de la invención o uso de herramientas (en busca del dominio de la naturaleza) a una etapa en la que el hombre se ha separado de su hábitat orgánico (Mumford: 1972; 77). Se trata de un salto cualitativo. Advierte que el hombre se va convirtiendo en un animal pasivo, ligado al servicio de máquinas, limitado y controlado "para el beneficio de organizaciones colectivas despersonalizadas" (Mumford: 1972; 77). Para él, se ha exagerado el papel jugado por las herramientas del hombre en su evolución e historia. Al hombre se le define como aquel que hace y usa instrumentos; se lee tendenciosamente en la historia esa determinación e, incluso, se divide la misma a partir del uso de tal o cual técnica o material. Según Mumford: "No había nada exclusivamente humano en la tecnología temprana hasta que fue modificada por símbolos lingüísticos, organización social y un designio estético" (Mumford: 1972; 78). La "herramienta" central del hombre era, entonces, su propio cuerpo activado mentalmente, usado para todo tipo de propósitos. Mumford establece aquí un criterio metodológico que podemos caracterizar como biocentrista en las tempranas fases de la evolución humana: ."Opuesto al estereotipo de la dominancia de las herramientas, la presente visión sostiene que el hombre es preeminentemente un animal que usa la mente, confecciona símbolos y se autocontrola, y el lugar primario de todas sus actividades descansa en su propio organismo"(Mumford: 1972; 80). La visión de Mumford pone de manifiesto el papel activo de las acciones vinculadas a la cultura y organización social en el decurso humano. Esto es central en la comprensión de la naturaleza del hombre y plantea una crítica profunda a los determinismos tecnológicos o económicos (Ruiz: 1991 b, y 1993), como, por ejemplo, sucede en el marxismo, donde la base económica determina el resto de la sociedad; más aún los medios del producción (las fuerzas productivas) se desarrollan y entonces provocan 6 conflictos en la esfera de las relaciones de producción (Zvorikine: 1965; 65- 66). La tecnología para la mayor parte de la tradición marxista es una "esfera independiente de fenómenos" (Zvorikine: 1965; 65). La visión de Mumford conduce a enfatizar como determinantes elementos no económicos en el proceso de la evolución humana: si se quiere, culturales . Para el marxismo, no sólo la economía es determinante sino que especialmente los medios de producción y, en particular, el tipo de técnicas y herramientas usadas. Para Engels, por ejemplo, el trabajo productivo es lo decisivo en la "transformación del mono en hombre"; las actividades no productivas son secundarias. Mumford apunta hacia otras dimensiones decisivas. Las actividades simbólicas como el lenguaje y el control de su organización psicosocial, fueron muy importantes en la evolución humana, pero la satisfacción de las necesidades materiales estaban profundamente integradas en toda la realidad humana. No es posible separar en cajones estancos técnicas y lucha por la existencia por un lado y, por otro, acciones simbólicas y control psicosocial. Es volver a caer en otro determinismo unilateral. Como señala V. Ferkiss en Technological man: the myth and reality: "Herramientas, caza, fuego, la compleja vía social, el habla, el camino y el cerebro humanos evolucionaron juntos para producir el hombre antiguo del gene homo hace cerca de medio millón de años" (Ferkiss: 1969; 69). En la satisfacción de sus necesidades materiales el hombre abordó la construcción de recursos sociales; la organización de los hombres con propósitos comunes fue lo decisivo en su evolución, que incluía desde elementos políticos, simbólicos, vivencias religiosas, hasta técnicas y herramientas.

En el índice de casi sesenta páginas de la Encyclopedia of Philosophy editada por Paul Edwards no figura ninguna entrada con el término «técnica» ni «tecnología».' Esta ausencia, en una obra bien conocida, ilustra claramente la notable ignorancia y marginación con la que la tradición filosófica ha tratado, hasta nuestros días, todo lo referente a las técnicas. De hecho las relaciones entre técnica y filosofía quedaron ya sentenciadas en los mismos orígenes de la tradición filosófica. Platón y Aristóteles construyeron la división teórica entre techne y episteme y entre poiesis y praxis, es decir, entre las técnicas de producción material, por un lado. y el conocimiento teórico, la filosofía y las actividades no productivas, por otro. La separación teórica de la técnica respecto a la ciencia y las humanidades configura los prejuicios filosóficos que han acompañado la larga historia de la fílosofía y sus relaciones con la técnica,llegando incluso a marcar la moderna filosofía de la tecnología y a enfrentar distintas corrientes dentro de la misma.La superación de dichos prejuicios,tanto en la filosofía de la tecnologíacomo en la filosofía de la ciencia.pasa por la integración de ambas enuna filosofía de la tecnociencía, dentrode los actuales estudios interdiscíplínaresde ciencia y tecnología.Los prejuiciosde la (i.loso{fa tradicionalLa originaria interpretación filosófica de la técnica partió del supuesto de que el conocimiento predicativo (<<saberqué») representaba el conocimiento propiamente dicho, mientras queel conocimiento operativo (esabercómo») quedaba relegado como meraempeiria? Por este camino se llegóal conocimiento teórico «{saber por
qué») o episteme como la forma superíor de conocimiento, centrada en la explicación teórica o deducción a partir de primeros príncípíos.' Para Platón (Gorgias) al igual que para Aristóteles (Metaftsica y Ética a Nicómaco) las technai tenían que ver con logoi, es decir, con la verdad de enunciados. Según esta interpretación epistemológica, las technai correspondían a un conocimiento verdadero pero contingente, o sea, doxa que nunca podía alcanzar la categoría de conocimiento teórico, necesariamente verdadero e inmutable, representado por la episteme o ciencia. Los diversos tipos de técnicas se distinguían conforme a una gradación epistemológica según estuvieran más relacionadas con objetos simbólicos (de orden superior) corno la aritmética, o con la producción de objetos materiales (de orden inferior) corno la escultura.
La crítica de Mumford en su artículo "Tecnics and the nature of man" es profunda y plantea una sugestiva interpretación de la naturaleza del hombre y su evolución. Para éste, estamos en una etapa en la que se ha pasado de la invención o uso de herramientas (en busca del dominio de la naturaleza) a una etapa en la que el hombre se ha separado de su hábitat orgánico (Mumford: 1972; 77). Se trata de un salto cualitativo. Advierte que el hombre se va convirtiendo en un animal pasivo, ligado al servicio de máquinas, limitado y controlado "para el beneficio de organizaciones colectivas despersonalizadas" (Mumford: 1972; 77). Para él, se ha exagerado el papel jugado por las herramientas del hombre en su evolución e historia. Al hombre se le define como aquel que hace y usa instrumentos; se lee tendenciosamente en la historia esa determinación e, incluso, se divide la misma a partir del uso de tal o cual técnica o material. Según Mumford: "No había nada exclusivamente humano en la tecnología temprana hasta que fue modificada por símbolos lingüísticos, organización social y un designio estético" (Mumford: 1972; 78). La "herramienta" central del hombre era, entonces, su propio cuerpo activado mentalmente, usado para todo tipo de propósitos. Mumford establece aquí un criterio metodológico que podemos caracterizar como biocentrista en las tempranas fases de la evolución humana: ."Opuesto al estereotipo de la dominancia de las herramientas, la presente visión sostiene que el hombre es preeminentemente un animal que usa la mente, confecciona símbolos y se autocontrola, y el lugar primario de todas sus actividades descansa en su propio organismo"(Mumford: 1972; 80). La visión de Mumford pone de manifiesto el papel activo de las acciones vinculadas a la cultura y organización social en el decurso humano. Esto es central en la comprensión de la naturaleza del hombre y plantea una crítica profunda a los determinismos tecnológicos o económicos (Ruiz: 1991 b, y 1993), como, por ejemplo, sucede en el marxismo, donde la base económica determina el resto de la sociedad; más aún los medios del producción (las fuerzas productivas) se desarrollan y entonces provocan 6 conflictos en la esfera de las relaciones de producción (Zvorikine: 1965; 65- 66). La tecnología para la mayor parte de la tradición marxista es una "esfera independiente de fenómenos" (Zvorikine: 1965; 65). La visión de Mumford conduce a enfatizar como determinantes elementos no económicos en el proceso de la evolución humana: si se quiere, culturales . Para el marxismo, no sólo la economía es determinante sino que especialmente los medios de producción y, en particular, el tipo de técnicas y herramientas usadas. Para Engels, por ejemplo, el trabajo productivo es lo decisivo en la "transformación del mono en hombre"; las actividades no productivas son secundarias. Mumford apunta hacia otras dimensiones decisivas. Las actividades simbólicas como el lenguaje y el control de su organización psicosocial, fueron muy importantes en la evolución humana, pero la satisfacción de las necesidades materiales estaban profundamente integradas en toda la realidad humana. No es posible separar en cajones estancos técnicas y lucha por la existencia por un lado y, por otro, acciones simbólicas y control psicosocial. Es volver a caer en otro determinismo unilateral. Como señala V. Ferkiss en Technological man: the myth and reality: "Herramientas, caza, fuego, la compleja vía social, el habla, el camino y el cerebro humanos evolucionaron juntos para producir el hombre antiguo del gene homo hace cerca de medio millón de años" (Ferkiss: 1969; 69). En la satisfacción de sus necesidades materiales el hombre abordó la construcción de recursos sociales; la organización de los hombres con propósitos comunes fue lo decisivo en su evolución, que incluía desde elementos políticos, simbólicos, vivencias religiosas, hasta técnicas y herramientas.
qué») o episteme como la forma superíor de conocimiento, centrada en la explicación teórica o deducción a partir de primeros príncípíos.' Para Platón (Gorgias) al igual que para Aristóteles (Metaftsica y Ética a Nicómaco) las technai tenían que ver con logoi, es decir, con la verdad de enunciados. Según esta interpretación epistemológica, las technai correspondían a un conocimiento verdadero pero contingente, o sea, doxa que nunca podía alcanzar la categoría de conocimiento teórico, necesariamente verdadero e inmutable, representado por la episteme o ciencia. Los diversos tipos de técnicas se distinguían conforme a una gradación epistemológica según estuvieran más relacionadas con objetos simbólicos (de orden superior) corno la aritmética, o con la producción de objetos materiales (de orden inferior) corno la escultura.
La crítica de Mumford en su artículo "Tecnics and the nature of man" es profunda y plantea una sugestiva interpretación de la naturaleza del hombre y su evolución. Para éste, estamos en una etapa en la que se ha pasado de la invención o uso de herramientas (en busca del dominio de la naturaleza) a una etapa en la que el hombre se ha separado de su hábitat orgánico (Mumford: 1972; 77). Se trata de un salto cualitativo. Advierte que el hombre se va convirtiendo en un animal pasivo, ligado al servicio de máquinas, limitado y controlado "para el beneficio de organizaciones colectivas despersonalizadas" (Mumford: 1972; 77). Para él, se ha exagerado el papel jugado por las herramientas del hombre en su evolución e historia. Al hombre se le define como aquel que hace y usa instrumentos; se lee tendenciosamente en la historia esa determinación e, incluso, se divide la misma a partir del uso de tal o cual técnica o material. Según Mumford: "No había nada exclusivamente humano en la tecnología temprana hasta que fue modificada por símbolos lingüísticos, organización social y un designio estético" (Mumford: 1972; 78). La "herramienta" central del hombre era, entonces, su propio cuerpo activado mentalmente, usado para todo tipo de propósitos. Mumford establece aquí un criterio metodológico que podemos caracterizar como biocentrista en las tempranas fases de la evolución humana: ."Opuesto al estereotipo de la dominancia de las herramientas, la presente visión sostiene que el hombre es preeminentemente un animal que usa la mente, confecciona símbolos y se autocontrola, y el lugar primario de todas sus actividades descansa en su propio organismo"(Mumford: 1972; 80). La visión de Mumford pone de manifiesto el papel activo de las acciones vinculadas a la cultura y organización social en el decurso humano. Esto es central en la comprensión de la naturaleza del hombre y plantea una crítica profunda a los determinismos tecnológicos o económicos (Ruiz: 1991 b, y 1993), como, por ejemplo, sucede en el marxismo, donde la base económica determina el resto de la sociedad; más aún los medios del producción (las fuerzas productivas) se desarrollan y entonces provocan 6 conflictos en la esfera de las relaciones de producción (Zvorikine: 1965; 65- 66). La tecnología para la mayor parte de la tradición marxista es una "esfera independiente de fenómenos" (Zvorikine: 1965; 65). La visión de Mumford conduce a enfatizar como determinantes elementos no económicos en el proceso de la evolución humana: si se quiere, culturales . Para el marxismo, no sólo la economía es determinante sino que especialmente los medios de producción y, en particular, el tipo de técnicas y herramientas usadas. Para Engels, por ejemplo, el trabajo productivo es lo decisivo en la "transformación del mono en hombre"; las actividades no productivas son secundarias. Mumford apunta hacia otras dimensiones decisivas. Las actividades simbólicas como el lenguaje y el control de su organización psicosocial, fueron muy importantes en la evolución humana, pero la satisfacción de las necesidades materiales estaban profundamente integradas en toda la realidad humana. No es posible separar en cajones estancos técnicas y lucha por la existencia por un lado y, por otro, acciones simbólicas y control psicosocial. Es volver a caer en otro determinismo unilateral. Como señala V. Ferkiss en Technological man: the myth and reality: "Herramientas, caza, fuego, la compleja vía social, el habla, el camino y el cerebro humanos evolucionaron juntos para producir el hombre antiguo del gene homo hace cerca de medio millón de años" (Ferkiss: 1969; 69). En la satisfacción de sus necesidades materiales el hombre abordó la construcción de recursos sociales; la organización de los hombres con propósitos comunes fue lo decisivo en su evolución, que incluía desde elementos políticos, simbólicos, vivencias religiosas, hasta técnicas y herramientas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario