Los empiristas lógicos siempre fueron filósofos muy pertinaces, lo que los llevó a realizar mil y una reformulaciones de su filosofía. Con el tiempo, las críticas que recibió tanto el programa como sus postulados, llevaron a que este fuera definitivamente abandonado.
Por un lado, Karl R. Popper realizó una crítica demoledora a la inducción. Partiendo de la lógica formal, no es válido extraer enunciados generales sobre la base de enunciados particulares. En otras palabras, a partir de “un x es P” no se puede concluir que “todo x es P”. Por otra parte, Popper también criticó el verificacionismo. Según este punto de vista, la corrección de una teoría depende de que pueda ser verificada. El punto de vista de Popper hace referencia a la actitud contraria, según la cual, las teorías deben ser constantemente revisadas con un espíritu crítico, intentando falsarlas.
En “Dos dogmas del empirismo”, W. v O. Quine no solo ponía de manifiesto los dogmas del empirismo clásico (la dicotomía analítico/sintético y el reduccionismo), sino que además dejaba claro que el proyecto empirista basado en el análisis de los enunciados científicos estaba errado, en la medida en que el edificio de conocimiento se enfrenta ante “el tribunal de la experiencia” como un todo, y no los enunciados sueltos, tal y como pensaban los empiristas lógicos.
Thomas S. Kuhn, con su estudio historicista de la ciencia y su investigación de las revoluciones científicas, también dio al traste con el empirismo lógico, al poner de manifiesto los condicionantes sociales, históricos, prácticos, morales, valorativos, etc. que intervenían en la elección de teorías científicas rivales. Fue precisamente la perspectiva historicista la que tuvo mayor incidencia por lo que a la superación del empirismo lógico se refiere. De hecho, se ha dicho que Thomas Kuhn encabezó la “revuelta historicista” en Filosofía de la ciencia.
Actualidad del pensamiento
La diferencia más relevante entre las grandes corrientes filosóficas y los métodos de conocimiento estriba en la importancia o no que le dan a lo físico, o en su contraposición, a lo racional.
El empirismo, o conocimiento como fruto de la experiencia, abre las posibilidades para que el hombre se convierta en autodidacto de su propia vida. El hombre que experimenta es un hombre que conoce, que despeja interrogantes, que descubre el mundo. Cifrar toda la existencia en las experiencia vividas lleva, en gran medida, a desconocer la historia y los planteamientos hechos hasta el momento, porque así se tengan por establecidas cosas que pudieron ser fruto de la experiencia, se puede concluir que lo vivieron otros hombres en otra época, en circunstancias distintas, y hoy se puede experimentar de manera diferente y llegar a otras conclusiones.
El empirismo derriba con facilidad conceptos, visiones doctrinales, religiosas y teóricas, reduciéndolas a nada, porque no son fruto de las sensaciones.
El hombre de hoy definitivamente es muy empirista, y esto lo ha llevado a sentirse protagonista de su propia historia, a descubrirse capaz, a valorarse y a creerse. El poder experimentar y descubrir el mundo a través de los sentidos es mucho más llamativo que hacerlo a través de lo que la tradición ha enseñado.
El empirismo acaba con las prohibiciones, los dogmas, los métodos científicos preestablecidos y se reafirma en la persona como sujeto capaz del conocimiento.
· El objetivo principal del Círculo de Viena, como decíamos, consistió en la clarificación del lenguaje científico, que implicaba, por un lado, la eliminación de la metafísica –tal como ellos la concebían–, y por otro, la elaboración de un lenguaje universal artificial diferente del lenguaje natural o cotidiano.
· La meta ulterior de la clarificación del lenguaje de la ciencia era colaborar tanto con la comunicación entre científicos así como con la comunicación de la ciencia a la sociedad. Pues, el conocimiento científico sería aquel que llevaría al progreso social y económico.
· Los empiristas lógicos tenían una fuerte tendencia anti metafísica. Los empiristas lógicos consideraban que los únicos enunciados con significado cognoscitivo (es decir, que constituían conocimiento) eran los que proporcionaba la ciencia fáctica, es decir, aquellos que podían relacionarse de algún modo con la experiencia, y los enunciados analíticos de las ciencias formales, como la matemática o la lógica. Un enunciado es analítico si su verdad depende del significado mismo de los conceptos que figuran en él, como en el caso de las definiciones (“los solteros no están casados”) o bien en virtud de su propia forma, como en el caso de las tautologías. Los enunciados de las ciencias fácticas además de significado cognoscitivo, tenían significado empírico. “Un enunciado tiene significado cognoscitivo si es analítico o contrastable con la experiencia”
· Frases como “El universo de esta noche tiene la vastedad del olvido y la precisión de la fiebre”, en este sentido, no tendría significado cognoscitivo, pues, no serían contrastables por medio de la experiencia. Su objetivo no es describir un hecho del mundo, sino expresar las emociones de la persona que la emitió.
· Consideraban, en este sentido, que existían dos tipos de juicios de valor: los absolutos y los instrumentales. Los juicios de valorabsoluto eran aquellos en los que se afirmaba la deseabilidad de cierto valor u objetivo –por ejemplo, “la sociedad debe tender hacia una mejor distribución”– mientras que los juicios de valor instrumental afirmaban los medios para obtener tales objetivos –por ejemplo, “para lograr una mejor distribución, los impuestos deben ser progresivos”–. Los primeros carecían de significado empírico, y por no ser analíticos, de significado cognoscitivo. Los segundos, en cambio, sí tenían significado empírico.
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