miércoles, 2 de agosto de 2017

7.4..Coexistencia de dominios tecnocientíficos con dominios sociotécnicos.

El enfoque tradicional de la evaluación de tecnologías y su crisis La ciencia y la tecnología se han convertido en recursos estratégicos políticos y económicos tanto para los Estados como para las industrias. Pero aunque los ciudadanos son conscientes de las ventajas que a su bienestar puede aportar el desarrollo tecnocientífico, hay igualmente (sobre todo desde finales de los años 60) una conciencia acentuada de que el cambio tecnológico está en la base de muchos de los problemas ambientales y sociales. En respuesta a este dilema, muchos países han buscado una solución mediante un enfoque consistente en separar las actividades de promoción de la innovación técnica respecto de las de control y regulación. La creación en 1972 de la Oficina de Evaluación Tecnológica (OTA), con labores de asesoría al Congreso de los EEUU, marca el inicio "oficial" de esta tendencia, que fue adoptada más tarde por otros países. Sin embargo, su objetivo de suministrar alertas tempranas y perspectivas de futuros impactos sirvió sólo para corregir en todo caso ciertos desajustes una vez que la tecnología se implantaba. Además, se ha denunciado su "retórica tecnocrática" al servicio de intereses políticos y económicos. La consecuencia ha sido la mera legitimación a posteriori de las tecnologías introducidas, sin posibilidades de influir en su configuración y aplicación. Para muchos, este paradigma evaluativo ha llegado, pues, a su límite, y hay que pasar a enfoques en los que se tenga en cuenta la dinámica de la tecnología en la sociedad, considerando que sus efectos sociales no dependen sólo de factores técnicos, sino de la forma en que los impactos son percibidos o evitados por diversos actores sociales. Igualmente se ha visto la necesidad de abrir la "caja negra" del enfoque economicista: los juicios de valor ocultos bajo la preeminencia fáctica de la búsqueda de mayores rendimientos o la excelencia técnica. Una de las claves para explicar el agotamiento del modelo tradicional de evaluación de riesgos es la constatación de que dicha evaluación es igualmente una construcción social, que depende de persuasión, negociación y pugna entre distintos actores sociales, y desde luego algo muy alejado de la imagen clásica de racionalidad objetiva. Para Kristin ShraderFrechette las evaluaciones de riesgo habituales son sospechosas y engañosas, escondiéndose en ellas falacias y presuposiciones (como las que subyacen en el análisis de costes/beneficios), así como juicios de valor. Ha realizado detallados estudios que muestran cómo ante la incapacidad de acuerdo entre distintos tipos de técnicos, el conflicto se cierra porque la agencia evaluadora selecciona sólo la información que apoya los intereses que se pretende favorecer. Los científicos también derivan sus análisis "objetivos" de riesgos a partir de modelos sociales implícitos, que nunca se someten a debate. Hay que introducir el nivel de objetivos éticos y sociales en la justificación de las tecnologías, lo que permite defender la creación de mecanismos democráticos de participación pública en la evaluación y política de la ciencia y la tecnología (apoyándose esta autora para ello en el neo-contractualismo de John Rawls).

Tecnociencia Los procedimientos mecánicos ingenieriles dirigidos a la invención y control de artefactos se transfieren a otros ámbitos de la producción del saber. A partir del siglo XVII, la experimentación sistemática unida a la conceptualización y sistematización teóricas y al tratamiento metrológico y matemático revolucionan progresivamente los demás dominios técnicos. La ciencia moderna se configura como la conjunción de la producción tecnológica de laboratorio y el tratamiento teórico de sus sistemas tecnológicos. Con Boyle y su bomba de vacío los laboratorios científicos se establecen como instancia suprema para decidir disputas sobre cuestiones de hechos. Los fenómenos producidos y controlados mediante instrumentos de construcción mecánica en el curso de experimentos reproducibles y accesibles a todo el mundo, constituyen los hechos científicos. Los hechos construidos por la práctica técnica científica representan los fenómenos genuinos de la naturaleza moderna, claramente contrapuesta y separada de la sociedad, al igual que el conocimiento científico lo está de la política (Shapin/Schaffer, 1985; Latour, 1990). La nueva filosofía de la ciencia, como la de Bacon y Descartes, se encarga de reforzar el programa de transferencia metodológica y tecnológica, dirigido a modelar uniformemente la práctica científica conforme al modo de intervención de laboratorio. La investigación debe dar lugar sólo a procedimientos y teorías que reporten capacidades de controlar procesos al modo mecánico. Las relaciones con la naturaleza se plantean, por un lado, como relaciones cognoscitivas del sujeto humano pasivo frente a un objeto distinto y contrapuesto a él y a la sociedad, y, por otro lado, como relaciones de control operativo. La metodología del trato con la naturaleza se basa en la ficción de que ésta no es otra cosa que una máquina que funciona regularmente conforme a leyes fijas. La construcción y la eficiencia técnicas, presentadas como dominio operativo sobre la naturaleza, se constituyen en una de las características principales de la nueva concepción de la ciencia (Price, 1984).

La tecnociencia en acción: el imperativo tecnocientífico. La investigación tecnocientífica se ocupa, cada vez más, de procesos provocados y controlados en los laboratorios por el mismo investigador como efectos reproducibles de construcciones que, a su vez, son resultados tecnológicos de producción científica, tales como generadores eléctricos y radioactivos, aceleradores de partículas, láseres o recombinados de ADN. Procedimientos tecnológicos y tratamiento teórico están estrechamente entrelazados en la investigación y el desarrollo tecnocientíficos de laboratorio, que se basan, característicamente, en la construcción experimental, en la descomposición y aislamiento de elementos y en la manipulación, reemplazo y recombinación, con el fin de reproducir a voluntad y controlar completamente los procesos deseados mediante la eliminación de perturbaciones en las disposiciones experimentales2. Así, el análisis y sistematización teórica de las propiedades físicas de los materiales en términos de átomos, partículas elementales y estructuras atómicas se entrelaza con la física atómica experimental en lo que son las tecnologías nucleares, de la misma forma que, en química, las teorización de las propiedades químicas en 2 Gleich, 1991. 7 términos de estructuras moleculares es inseparable y está al servicio de tecnologías de síntesis química. Las disciplinas de la física y de la química contemporáneas no son fundamentalmente otra cosa que nuevas tecnologías, es decir, tecnociencias3. Desde principios de siglo la metodología y las teorías físico-químicas se van transfiriendo al campo de la investigación biológica, donde se quiere encontrar, detrás de la diversidad de los logros y capacidades operativas de la nueva biología tecnocientífica, los últimos componentes que -al igual que los átomos en la física- puedan presentarse teóricamente como los responsables de las propiedades orgánicas4. De esta forma se llegan a descubrir los genes y las estructuras genéticas y se desarrolla la biología molecular, con la consiguiente avalancha de las nuevas biotecnologías y la ingeniería genética.

No hay comentarios:

Publicar un comentario