Tendencia epistemológica según la cual la justificación última de todo conocimiento es la descripción del mundo.
Existen tres formas distintas de concebir el descriptivismo. En primer lugar se encuentra la postura de aquellos que consideran que todo conocimiento constituye de alguna forma una descripción; algunos autores explican, sin embargo, que toda descripción debe fundarse, a su vez, en algún conocimiento directo o inmediato, o sea, que el “saber acerca de algo” debe fundarse en un “conocer algo”. En segundo lugar, existe la postura de quienes creen que el descriptivismo es la tarea principal o la única de la filosofía. Entran aquí varias formas de descriptivismo, como pueden ser el descriptivismo de Dilthey, la fenomenología descriptiva de Husserl, o el descriptivismo lingüístico del segundo Wittgenstein; en medio de su diversidad, algo común a todos estos autores es su aversión hacia el constructivismo. En tercer lugar figura la tendencia orientada a considerar el lenguaje bajo su aspecto “descriptivo”; aquí se toma descriptivo en una acepción general, de forma que incluye también las explicaciones. El término descriptivo en este caso, viene a equivaler a “indicativo”, “declarativo”, etc. Contra esta tendencia han levantado su voz autores como Wittgenstein y J. L. Austin. El primero arguye que no hay que exagerar el carácter descriptivo del lenguaje, puesto que ése no es más que uno de los tantos aspectos propios del lenguaje. Además, un lenguaje descriptivo puede ser usado con propósitos no descriptivos (por ejemplo cuando se cuentan chistes, etc.). Austin, por su parte, piensa que la descripción queda casi siempre envuelta en algún lenguaje no descriptivo, o no estrictamente descriptivo.


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